domingo, 3 de julio de 2016

Cultura Infantil y multinacionales - Shirley Steinberg y Joe Kincheloe

BASTA DE SECRETOS. CULTURA INFANTIL, SATURACION DE INFORMACIÒN E INFANCIA POSMODERNA
La infancia es una creación de la sociedad que está sujeta a cambio cada vez que tienen lugar transformaciones sociales importantes. El apogeo de la infancia tradicional duró desde alrededor de 1850 hasta 1950. Durante ese período los niños fueron retirados de las fábricas y entraron a las escuelas. A medida que el prototipo de familia moderna se desarrollaba a finales del siglo XIX, la conducta apropiada de los padres hacia los hijos se fundó en torno a las ideas de ternura y responsabilidad adulta por el bienestar de los niños. Hacia 1900, muchos creían que la infancia era un derecho de nacimiento, perspectiva que tuvo como resultado una definición biológica, no cultural, de la infancia. La psicología infantil moderna, que surgió durante esta época del niño protegido. la construyeron de manera no deliberada los supuestos tácitos del período. Los grandes psicólogos infantiles desde Erik ERIKSON a Arnold GESELL o Jean PIAGET concebían que el desarrollo del niño estaba determinado por fuerzas biológicas.
Todo lo que PIAGET observaba como expresión genética de la conducta infantil a principios del siglo xx, lo generalizaba a todas las culturas y épocas históricas, un error que entraña serias consecuencias para los que están interesados en los niños. Considerando los estadios biológicos del desarrollo del niño fijos e inmutables, los profesores. psicólogos, padres. trabajadores sociales y la comunidad en general ven y juzgan a los niños según una taxonomla de desarrollo que es ficticia. Los niños que no "dan la medida" serán relegados al pais de las expectativas bajas y autoconfirmatorias. Aquellos que "llegan al nivel necesario" comprobarán que sus privilegios raciales y económicos se confundirán con su capacidad ( POSTMAN, 1994).
Cultura infantil y multinacionales se une al emergente de publicaciones que están surgiendo y que ponen en duda los supuestos biológicos de la psicología infantil "clásica".
Viviendo en un período histórico de gran cambio y agitación social, los observadores críticos están comenzando a advertir el cambio de las condiciones sociales y culturales en relación con esta concepción de la infancia.
La crisis contemporánea de la infancia
El cambio de las realidades económicas emparejado con el acceso de los niños a la información sobre el mundo adulto ha alterado espectacularmente la infancia. Los artículos recientes sobre la cuestión publicados tanto en la prensa popular como en la especializada hablan de la "infancia perdida" “de que los niños crecen demasiado deprisa" y del "terror infantil en el aislamiento del hogar y la comunidad fragmentada". Las imágenes de madres que ahogan niños, canguros que torturan a bebés, saturan la conversación contemporánea sobre la infancia. La cultura popular proporciona obsesionantes imágenes de esta crisis que nos aterroriza y despierta nuestros temores.
Nuevos sitios de aprendizaje: las empresas comerciales como educadores
Esta crisis de la infancia requiere que examinemos sus causas. Este libro analiza: la producción de cultura infantil popular de las empresas comerciales y el efecto de esta cultura sobre los niños. Un intento de esta índole está dentro de la categoría general de pedagogía cultural, que se remite a la idea de que la educación tiene lugar en diversos sitios sociales que incluyen la escolarización pero no se limitan a ella. Los lugares pedagógicos son aquellos donde el poder se organiza y despliega, incluidas las bibliotecas, la televisión, las películas. los periódicos. las revistas, los juguetes, los anuncios, los juegos de vídeo, los libros, los deportes, etc.
Las organizaciones que crean el curriculum cultural no son organismos educativos, sino más bien entidades comerciales que no actúan por el bien social. sino por la ganancia individual. La pedagogía cultural está estructurada por la dinámica comercial, fuerzas que se imponen en todos los aspectos de nuestra vida privada y la de nuestros hijos (Gwtoux, 1994). Las empresas comerciales norteamericanas han revolucionado la infancia sustituyendo las clases tradicionales en el aula y el trabajo en el pupitre por muñecas con historia, reinos mágicos, fantasías animadas, vídeos interactivos, realidades virtuales,y una serie completa de formas de entretenimiento producidas aparentemente para los adultos pero consumidas con avidez por los niños. Esta revolución su lugar (contrariamente a la expresión de los años sesenta) ha sido televisada, conducida a usted y a sus hijos en reluciente tecnicolor. Utilizando la fantasía y el deseo. los ejecutivos de las emprseas comerciales han creado una perspectiva de la cultura de finales de siglo xx que se mezcla con las ideologías empresariales y los valores del libre mercado.
El razonamiento principal aquí es que nuestra responsabilidad como padres, cívica y profesional es estudiar el curriculum de las empresas comerciales y sus repercusiones sociales y políticas . Debemos cultivar un conocimiento de los aspectos en que la pedagogía cultural trabaja, de manera que podamos reñir cuando sea apropiado y reescribir los textos populares cuando se presente la oportunidad. La cultura infantil es ante todo una pedagogía del placer y, como tal, no es posible ir en su contra simplemente autoexcluyéndonos y excluyendo a nuestros hijos de ella. Se deben formular estrategias de resistencia que entiendan la relación entre la pedagogía, la producción del conocimiento, la formación de la identidad y el deseo.
El valor de estudiar la cultura popular
El estudio de las formas tradicionales de cultura infantil —por ejemplo, los cuentos de hadas— ha proporcionado a los especialistas algunas ideas en dominios de dificil acceso de la consciencia del niño. Además, como indicarían algunos, cuanto más perturbador y violento es el cuento de hadas, mayor es la comprensión de los sentimientos "primitivos" que surgen y nos forman en la temprana infancia y, sucesivamente, en la edad adulta.
El objetivo es favorecer medios para comprender la cultura infantil que lleven a pedagogías democráticas para la infancia en los niveles cultural, familiar y escolar Los estudios culturales vinculados con una pedagogía democrática para los niños comprenden investigaciones de cómo éstos se hacen conscientes de los problemas de justicia social y las relaciones igualitarias de poder. Asi, nuestros análisis se centran en poner al descubierto las huellas del poder que dejan los productores de cultura infantil de las empresas comerciales y sus efectos en la psique de nuestros hijos. El entretenimiento de los niños, como otras esferas sociales, es un espacio público controvertido donde intereses sociales, económicos y políticos diferentes compiten por el control. Por desgracia. a los norteamericanos les parecen desagradables los debates abiertos sobre el poder.
En la producción de cultura infantil de las empresas comerciales, las formas en que el poder no sólo reprime la producción de artefactos democráticos, sino también produce placer para los niños. Si el poder se expresara siempre "simplemente diciendo no" a los deseos de los niños, obtendría poca autoridad a sus ojos. El poder de Disney, Mattel, Hasbro Warner Brothers y McDonald's nunca es mayor que cuando produce placer entre los consumidores. Recientes estudios culturales del consumo lo vinculan a la formación de la identidad del consumidor (Mime, 1994).
La alfabetización necesaria en la cultura de los medios y en la cultura popular en la hiperrealidad
La hiperrealidad, exagera la importancia de los que ejercen el poder en todas las fases de la experiencia humana. El flujo de significadores de la hiperrealidad en todo, desde los megabytes hasta la publicidad de televisión, disminuye nuestra capacidad para encontrar significado o generar pasión por el compromiso. Con tanta información generada por el poder bombardeando los sentidos, los adultos y los niños pierden la confianza en llegar a comprender algo.
La existencia de la hiperrealidad nos obliga a repensar nuestra conversación sobre la alfabetización. La alfabetización en los medios se convierte no en una adición selecta a un currículum tradicional, sino en una destreza básica necesaria para negociar la propia identidad, los valores y el bienestar en la hiperrealidad empapada de poder
¿Demonio o ángel? Los impulsos comerciales y democráticos de la televisión
La cultura infantil y multinacionales, como todos los textos sociales, habla con voz de autor que no pone en primer término su adscripción ideológica ni la oculta (Ubican', 1995). De esta manera, coloniza la consciencia norteamericana de tal forma que reprime el conflicto y las diferencias. Asi , el profesional critico de la infancia entiende la ideología, su refracción y su efecto sobre la construcción de la consciencia como la base conceptual para su intento de poner al descubierto la cultura infantil como una esfera políticamente primigenia, conquistada sin oposición, de la actividad social. Igual que la enseñanza del aula y el currículum escolar nunca son simplemente mensajeros / transmisores neutrales desinteresados de datos, la cultura infantil de las empresas comerciales oculta un programa.
En cuanto estudiantes de la dinámica de poder de la cultura infantil , los padres y los profesionales comienzan a comprender las acciones de los pequeños desde una perspectiva nueva. Los productores de cultura infantil de las empresas comerciales, dada su capacidad para hundir sus tentáculos en zonas profundas de la vida privada de los niños, los desestabilizan constantemente. Al mismo tiempo, sin embargo. nuevos productos —juguetes, películas, televisión, juegos de vídeo. moda, textos—intentan volver a estabilizar identidades nuevas por medio del acto de consumo. . Nuestra tarea corro estudiosos de la cultura infantil es poner al descubierto estas fuerzas invisibles pero influyentes, las microprácticas que moldean la vida de nuestros hijos. Ello se complica por el hecho de que las prácticas que son más visibles e incuestionables en las observaciones de sentido común de los niños en juego son aquellas en las que el poder se ha condensado más. Dotados de poder asi, podemos comenzar a ir comprendiendo las formas complejas y a menudo ambiguas en que las acciones de las empresas comerciales modifican la conducta infantil, las formas en que la publicidad y su promoción del hedonismo de la infancia producen una ética del placer y una redefinición de la autoridad.
El poder de las empresas comerciales y la cultura infantil
Cuando se comienzan a explorar los caminos del activismo infantil, se hace frente de inmediato a la concentración del poder en un número de manos más pequeño y cada vez más comercial. Cuestionando la hegemonía de las empresas comerciales, éstas tienen en gran medida el campo libre para producir casi cualquier cultura infantil que sea rentable.
Esta expansión del poder de las empresas comerciales se ha producido durante las dos últimas décadas. Cuando los encuestadores descubrieron en los años setenta una disminución en la confianza del público en las empresas y las sociedades comerciales, los directores de estas últimas se pusieron rápidamente en acción. Para contrarrestar la percepción pública de que eran avariciosas y no estaban interesadas en el bien público, las empresas comerciales soltaron cientos de millones de dólares adicionales en anuncios de relaciones públicas diseñados para promover su imagen y estimular disposiciones ideológicas. Estos anuncios de legitimación, diseñados para lograr el consentimiento. se centraron en experiencias comunes valoradas en nuestra vida: la familia, la infancia y escenas con padres en particular.
Cambiar la infancia vía la cultura infantil/popular
No hay duda de que la infancia ha cambiado, a menudo como resultado de su contacto con la cultura infantil y otras manifestaciones más adultas de la cultura de los medios. Puesto que los padres no controlan ya las experiencias culturales de sus hijos. han perdido el papel que desempeñaron antaño en el desarrollo de sus valores y de su visión del mundo. En los años veinte, por ejemplo, con la protección de la infancia firmemente establecida, los pequeños tenían pocas experiencias que estuvieran fuera de la supervisión de los padres o no fueran actividades realizadas por ellos compartidas con otros. Desde los años cincuenta, las empresas comerciales producen más y más experiencias de nuestros hijos, y los padres o incluso los propios niños no llevan a cabo tantas. Los programas de televisión, las películas (ahora en la televisión de pago o por cable), los juegos de video y la música (con auriculares que permiten el aislamiento de los adultos) son en la actualidad dominio privado de los niños. El tema clave de este libro radica aquí: las nociones tradicionales de la infancia como un tiempo de inocencia y dependencia del adulto se han debilitado por el acceso de los niños a la cultura popular durante el final del siglo XX.
El dilema de la infancia postmoderna
"el dilema de la infancia postmoderna". El acceso de los niños contemporáneos a la cultura infantil comercial y la cultura popular no sólo les motiva a convertirse en consumidores hedonistas. sino que también daña la inocencia, la situación protegida de las tribulaciones de la existencia adulta que los niños han experimentado desde la llegada de la era de protección de la infancia en la década de 1850. El acceso infantil al mundo adulto por los medios electrónicos de hiperrealidad ha pervertido la consciencia de sí mismos de los niños contemporáneos como entidades incompetentes y dependientes. Esta percepción de si mismos no se compagina bien con instituciones como la familia tradicional o la escuela autoritaria, basadas ambas en una concepción de los niños como seres incapaces de tomar decisiones por sí mismos.
No podemos proteger a nuestros hijos del conocimiento del mundo que la hiperrealidad ha puesto a su disposición. La tarea con que nos enfrentamos es esencial. Debemos desarrollar la educación. las destrezas de ser padres y las instituciones sociales que tratarán esta revolución cultural de una manera que enseñe a nuestros hijos a dar sentido al caos de información en la hiperrealidad. En este contexto, la escuela se convierte no tanto en una institución de transmisión de información como en un sitio hermenéutico. es decir, un lugar donde se elabora el significado, donde se engendra la comprensión y la interpretación.
La reacción: odiar al niño listillo
El niño postmoderno es un listillo, y a menudo se le presenta en la cultura popular como "despabilado". En cuanto chicos listos sabelotodo, con frecuencia es fácil odiarlos, tema que Joe KINCHELOE investiga en las películas sobre niños durante las últimas décadas. Los niños con poder son especialmente amenazantes para los adultos, un temor que se manifiesta particularmente en las peliculas de terror desde principios de los años setenta.
En estos artefactos culturales se expresa algo que implica temor a los niños con conocimientos. Surge así un terna importante en la historia reciente de la infancia: los padres adquieren miedo al monstruo latente en todos los niños, un temor a aquello en lo que sus hijos pueden convertirse. La preocupación de la clase media por el orden y el equilibrio se reafirma a la luz de estos temores reprimidos de los padres. Al niño precoz se le debe hacer obediente: el cuerpo del niño debe regularse en el discurso justificativo del es-por-tu-propio-bien. Los temores de los padres encuentran expresión legal en nuevas leyes que definen nuevas clases de delito juvenil, hacen públicos los antecedentes penales juveniles, establecen campamentos para delincuentes jóvenes, declaran ilegal la venta de pintura en sprays para refrenar los grafitos.
La fría realidad de la violencia en las familias y entre los niños
La violencia virtual es una violencia abstracta que elimina la brutalidad de sus consecuencias en la vida real. Algunos niños imitan las acciones de los personajes interactivos, aunque comprendan bien el carácter fantástico de los juegos y los vídeos; no hay nada simplista, lineal o vinculado por relaciones causa-efecto en el modo en que los niños reproducen la violencia de los medios en su vida. Las impresiones violentas de los juegos de video, la lucha, el cine o la televisión pueden desencadenar y hacer emerger patologías escondidas en el inconsciente de un sujeto particular; otros niños, al mismo tiempo y con las mismas experiencias de cultura infantil, pueden ser relativamente insensibles a ellas
Cultura infantil y problemas de justicia
Todo análisis actual de la infancia debe ocuparse de los problemas de las injusticias relacionadas con la raza, la clase y el género que acosan a segmentos de los niños que constituyen el público de la cultura infantil y determinan el formato de los medios. el texto impreso y las dimensiones interactivas de esta cultura. Desde la perspectiva de muchos niños pobres y de minorías, el mundo en el que se les ha alentado a confiar no funciona ya. El suicidio juvenil no era siquiera una categoría antes de 1960; en los años ochenta. constituía la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes, después de los "accidentes" (FEñausort 1994). En los noventa, el suicidio entre niños se describía como una epidemia. Cuando comienzan los últimos cursos de educación primaria, muchos niños están hastiados del mundo, se ha agotado en ellos un sentimiento de posibilidad. A menudo, la cultura infantil debe proporcionar un bienvenido escape de las duras realidades; no es sorprendente que sea tan alto el número de horas ante la televisión entre los niños pobres y desposeídos.
Estas descripciones sombrías de las experiencias de los niños marginados en Norteamérica no se encontrarán en la cultura infantil producida por las empresas comerciales. La cultura de los medios para niños rara vez tiene en cuenta la perspectiva de los pobres y los marginados por motivos raciales o étnicos. Con demasiada frecuencia, la cultura infantil se niega a cuestionar las estructuras de poder patriarcal o proporcionar puntos de vista diferentes sobre el mundo. En nombre de una cultura común, la cultura infantil ignora las experiencias de desigualdad económica y las vivencias de comprensión de la opresión que soportan demasiados niños norteamericanos. Las diferencias raciales culturales pueden ser representadas por la televisión, el cine o los productores de texto impreso, pero se las despoja de carácter histórico privándolas de toda descripción de las diferencias de poder que causan sufrimiento entre los niños marginados y sus padres
Los héroes de televisión frecuentemente se inscriben en los valores culturales dominantes y de la corriente principal. En calidad de protagonistas blancos, varones, de clase media, llevan los valores a los villanos violentos que con notable frecuencia no son blancos ni norteamericanos. Los héroes blancos se acompañan a menudo de un amigo intimo no blanco o mujer para significar abiertamente el valor de la diversidad, una estrategia que refleja disimuladamente la necesidad de que el varón blanco controle una sociedad diversa . Asi, es posible advertir la presencia de la diferencia en la cultura infantil; en efecto. los publicitarios y los vendedores han abrazado con entusiasmo la diferencia: desde las Barbies jamaicanas hasta los aperitivos étnicos. Está en juego aqui una estrategia de comercialización dirigida a segmentos especiales de mercado, que utiliza la diversidad como método de llegar más allá de las economías de escala de producción de masas estandarizada. Sin embargo, es un tipo de diversidad seguro, de cultura común que higieniza y despolitiza cualquier reto a la armonía del estado de cosas.
Cultura infantil con raza
El análisis de los anuncios en la televisión por cable para niños y los programas de la red del sábado por la mañana revela que los anuncios establecen una realidad de clase media de orientación . Los hogares que sirven como telón de fondo para los juguetes son espaciosos, con áreas de juego en las que predominan los niños. Los actores para los anuncios se escogen cerca de la norma de aspecto tipicamente americano (blanco). Cuando se presenta a actores no blancos, con frecuencia se sitúan en la periferia de la acción (el tercio restante de la pantalla de televisión), dejando los papeles de dirección e instigación a los niños blancos. En los anuncios infantiles los personajes negros a menudo bailan y juegan al baloncesto y muchas veces muestran rasgos vivarachos y desenvueltos: no son los chicos estudiosos, los que tienen un futuro vocacional seguro. McDonald's, por ejemplo, utiliza a niños afroamericanos en sus anuncios, pero pocas veces en papeles destacados. A menudo, los niños no blancos aparecen ligeramente fuera de foco. Los anuncios infantiles que utilizan actores no blancos reproducen, sin que sus observadores se den cuenta, jerarquías raciales que privilegian a los blancos.
Cultura Infantil con género
Dado todo el análisis y la reconceptualización de los géneros que ha tenido lugar durante las últimas décadas, es asombroso que la cultura infantil pueda conservar una diferenciación de género tan grande como la que tiene. Mientras que el análisis de género de la cultura popular avanza y proporciona ideas importantes sobre la construcción de género de los medios, la cultura infantil continúa promoviendo roles de género perfilados. Los anuncios de juguetes de niñas han cambiado poco desde los años cincuenta. Del mismo modo, los anuncios de juguetes para niños han asistido sólo a alteraciones menores durante los cuarenta últimos años.Los chicos habitualmente se identifican con sus juguetes, mientras que las niñas cuidan los suyos, espectadoras en adoración perpetua de sus muñecas en los anuncios de niñas. En las películas animadas de Disney como Henry GIROUX señala las niñas y las mujeres se describen dentro de roles de género opresivos por ejemplo en La sirenita y El rey león
En estas películas y en otras manifestaciones de la cultura infantil está en juego lo que Linda CHRISTIAN-SMITH y Jean EROMAN han llamado 'Masculinidad hegemónica". Obviamente esta forma patriarcal tiene serias implicaciones para las mujeres, pero distorsiona el desarrollo masculino también. Diversas formas del currículum de la cultura infantil estimulan a los chicos a asumir roles patriarcales que supuestamente les dan potestad por derecho de nacimiento para definir la realidad y disfrutar las recompensas del privilegio por medio de la dominación de sus subordinados. Por desgracia, una identidad de este tipo se forma a menudo mediante la negación del niño pequeño de sus relaciones con otras personas. La cultura patriarcal norteamericana actual define la virilidad en función de la separación y la independencia; por ejemplo el personaje anónimo de Clint Eastwood, como en Infierno de cobardes. En la masculinidad hegemónica las únicas técnicas aprobadas para tratar las propias emociones implican la evasión, las bravuconadas, la jactancia, las intimidaciones, la mentira y diversas formas de agresión. La simple condena de la cultura infantil acompañada por llamadas a la censura es insuficiente, igualmente ineficaz es una política de abandono benigno. Los individuos interesados deberían empezar con un intento por comprender estas dinámicas en toda su complejidad y ambigüedad, seguido por un esfuerzo para comprometerse en la conversación pública sobre ellas. En este contexto, los adultos pueden llegar a entender el hecho de que la contusión y la desorientación de identidad de los niños postmodernos puede ser una reacción razonable a la incongruencia entre su puesto en la cultura infantil y su puesto en la escolarización.
¿Qué hacemos? Repensar la educación de niños y niñas
Hay que reconceptualizar la educación de niños y niñas. En la base de esta reconsideración está el rechazo de una psicología infantil basada en el ajuste de los niños al orden social existente. Valerte POLAKOW sostiene que este ajuste en la psicología requiere una "ideología del orden de la escolarización" que se estructura en torno al alejamiento del niño de toda experiencia de conflicto. A este modelo psicológico le es inherente un impulso de infantilización que niega a los niños la autonomía para tomar decisiones sobre cuestiones que afectan a su vida y para negociar sus relaciones con imperativos contrapuestos. El rechazo de la ideología del orden significa que comprendamos y aprendamos a valorar el deseo, el impulso libidinal que comienza a burbujear en la infancia y alcanza su expresión completa en la adolescencia. La cultura infantil en este contexto no incita a la rebelión o la violencia. Una pedagogía crítica de la infancia es consciente del deseo del niño y no está amedrentada por él, relacionándolo a menudo con los esfuerzos de los niños para comprender el mundo y a si mismos. En la hiperrealidad los educadores están obligados a estudiar la cultura infantil, su efecto sobre sus consumidores, y su relación con el deseo. Si estamos interesados en conocer a nuestros niños, una pedagogía de este tipo nos proporciona una linea directa a su consciencia así como a su percepción de si mismos y del mundo. Cuando los niños educados por la cultura infantil encuentran el conocimiento oficial de la escuela deriva en nuevas formas de aprendizaje, nuevas ideas de la construcción de la infancia contemporánea en torno a las cuales podemos reestructurar las escuelas y volver a pensar el rol de los padres en la hiperrealidad.

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